octubre 13, 2016

CAMINO DE LA MONTAÑA

Había una vez un hermoso tigre de bengala, el cual caminaba cansado y agobiado, se sentía triste y solo. Era un tigre grande y fuerte. Sin embargo, su tristeza se debía a que su manada se había dispersado. Unos habían muerto por causa de unos cazadores y otros simplemente se habían ido y abandonaron la manada.
         Nobleza, como se llamaba el tigre sentía muchas dudas en su corazón, había cosas que no comprendía y  eso agitaba su espíritu.
Un día en medio de esta confusión que sentía decidió emprender el camino a la gran montaña, había escuchado que ahí habitaba una vieja tigra, la cual poseía una gran sabiduría.
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Así eres tú….


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Como una promesa, eres tú, eres tú. Como una mañana de verano. Como una sonrisa, ...

agosto 18, 2016

Una Espiritualidad del Corazón como Camino de Vida (P. Hans Kwakman, MSC)


Para vivir la Espiritualidad del Corazón como camino de VIDA es fundamental mirar a Jesús en el Evangelio ¿Cómo vivía y practicaba Jesús la Espiritualidad del Corazón?
  • Un Espiritualidad del Corazón y los deseos del Corazón de Jesús (el corazón de Jesús como modelo para nuestra vida)

1) Jesús nos hace a todos nosotros un llamado fuerte a aceptar el Reino de Dios como fundamento de la sociedad humana, de la vida familiar y de la vida comunitaria. 

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El deseo más profundo del Corazón de Jesús era la venida del Reino en la sociedad humana. En su vida Jesús demuestra lo que significa abrirse al Reino de Dios en nuestras relaciones en la vida diaria. Su cuidado por los pobres y su compartir con los incapacitados, enfermos y marginados revelaron que el Reino de Dios estaba en medio de ellos por medio de la presencia de Jesús y su actuar. Jesús mostraba los deseos más profundos de su corazón en su manera de compartir con la gente; en el compartir la mesa con los demás sean quienes fueran, Jesús reflejaba la comunidad inclusiva de la familia humana. Él vivía y trabajaba para realizar los deseos más profundos de su corazón. De tal manera que cualquier forma de comunidad, familia u otro grupo, en el cual la gente muestra preocupación sincera de los unos por los otros, siendo hospitalarios con los extraños significa la primera realización del Reino de Dios en la tierra.
2) Por esta razón Jesús nos urge a creer en Dios como Padre/Madre compasivo de la humanidad.
La razón por la que Jesús se hizo promotor de una familia humana inclusiva estaba inspirada por su relación vivencial con Dios: Jesús experimentaba a Dios como a un Padre lleno de compasión para con los seres humanos. Vivir una Espiritualidad del Corazón significa, ser enviado/a para dar testimonio en la Iglesia y en la Sociedad de una imagen de Dios como un Padre o una Madre compasiva de la familia humana. En los tiempos de Jesús la mayoría de la gente vivía en condiciones inhumanas, “confundidas e impotentes, como ovejas sin pastor” (Mt. 9:36). También vio a la gente sufrir debido a una imagen totalmente falsa de Dios, una imagen que provocaba miedo y opresión, en vez de confianza y libertad.
De tal manera que el núcleo de la Espiritualidad del Corazón de Jesús está en su relación con Dios, a quien Él llama “Abba”, quiere decir, papá, un Padre quien ama y cuida.
Para Jesús, Dios está obrando “en medio de nosotros” (Lc. 17: 21) Él vio a Dios, su Padre, presente en todos los lugares como una fuente constante de vida, amor y compasión. Esto quiere decir que nuestro camino de vida debe estar fundamentado en nuestra imagen de Dios, cuya cualidad central es la COMPASIÓN. Consecuentemente, la compasión debería llegar a ser el valor central de las personas que buscan realizar el Reino de Dios en esta tierra, tal y como lo hizo Jesús. 
En su compasión Dios nos crea, nos da vida y nos cuida y, al mismo, tiempo respeta plenamente nuestra libertad y nuestro desarrollo autónomo, aunque eso significa un riesgo terrible de fallas y aberraciones. 
3) Al imitar al Dios de la compasión, debemos poner al centro de nuestra atención y de nuestra práctica religiosa, el bienestar de los demás. 
Jesús nos invita a ver a Dios como un Padre compasivo quien “hace surgir el sol sobre buenos y malos y quien manda la lluvia sobre justos e injustos” (Mt. 5,45). Jesús nos exhorta a imitar a Dios. Al decir, “Sean compasivos como Dios es compasivo,” nos invita a poner en el centro de nuestros servicios y de nuestras prácticas religiosas el bienestar de cada ser humano, sin mirar su condición social, su convicción religiosa, sus actuaciones exteriores o sus éxitos públicos. No importa si son buenos o malos, todos son hijos e hijas de Dios. Jesús nunca deja de querer a las personas, Él no vio en primer lugar el pecado o la falta, sino las heridas interiores, su desesperación, su enfermedad, su confusión y miedo. La gente los señalaba como pecadores, Jesús los consideraba como personas enfermas que necesitaban curación; y la única manera de curar a los enfermos era el de acercarse a ellos, como lo hace un médico o doctor: “los sanos no necesitan el médico sino los enfermos.” (Mc. 2:17) Las personas con el corazón quebrantado pueden ser curadas solamente si alguien se acerca con compasión y dedicación y las va incorporando a la comunión de una familia o de una comunidad. 
En su actuar Jesús nos enseña que la religión está hecha para la gente y no al contrario. Las leyes y normativas son necesarias para el funcionamiento de la comunidad o sociedad; pero deben ser valoradas a la luz de la ley fundamental del amor y la compasión. 

  • Una Espiritualidad del Corazón y las actitudes del Corazón de Jesús.

Jesús expresaba los deseos más profundos de su corazón por medio de sus actitudes para con su Padre, hacia la gente y en la manera cómo alimentaba su propio Corazón. Jesús hablaba desde la plenitud de su corazón al extender a cada persona humana el mensaje del Reino de Dios, su Padre compasivo. Una Espiritualidad del Corazón nos anima a “poner el Corazón de Jesús delante de nosotros/as como modelo” y a desarrollar las mismas actitudes del corazón tal como se encontraban en el Corazón de Jesús. Estas son las actitudes fundamentales que van a determinar nuestras relaciones para con Dios, con los demás y con nosotros/as mismo/as. 
Para vivir las actitudes del Corazón de Jesús, es necesario tener en cuenta las siguientes condiciones: 
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1) Nuestra relación con Dios; encontrarse con Dios con un Corazón confiado.
La preocupación principal de Jesús fue la de implantar en los corazones de la gente la confianza en el Dios compasivo. Una de las tareas más importantes como misionero/as de un Dios de amor compasivo, es la de recuperar en la gente la confianza en Dios, una confianza como la tiene un hijo/a en su Padre/Madre y no la del miedo. La confianza en Dios libera nuestros corazones de las preocupaciones inútiles e inquietudes innecesarias. Por eso, confiar en Dios es la actitud fundamental de la Espiritualidad del Corazón. La confianza en Dios es saber combinar la confianza total en Dios y la crítica radical a todo lo que causa un sufrimiento humano. 
Jesús alimentó su confianza en Dios por medio de su oración personal (Bautismo, Transfiguración, etc.) La oración para nosotros/as ha de ser entrar en el lugar interior de nuestro corazón, escuchando la voz suave del Espíritu. Esta es la mejor manera de fortalecer nuestra confianza en el que nos ama con amor eterno. 

2) Nuestra relación con nuestros prójimos; estar con ellos con un corazón compasivo: 
a) Compasión y solidaridad: Jesús escogió el camino humano de caminar de un pueblo a otro, de cansarse, de tener sed, sin un lugar donde reclinar la cabeza (Mt.8:20). Compartía la comida tanto con los pecadores como con los fariseos y pasó por la vida haciendo el bien a todos los que acudían a Él. El núcleo de nuestra vocación como MSC es la práctica de la solidaridad de una manera parecida a como lo hizo Jesús: solidaridad para con cualquier persona que necesita ser redimida de su soledad, y para los que están anhelando ser acompañados en su dolor y sufrimiento por alguien que se preocupa. 
b) Compasión y empatía: Jesús fue capaz de identificarse con los sentimientos y las expectativas de las personas y de responder a sus necesidades y pedidos buscando lo mejor para ello/as. La empatía (colocarme en el lugar del otro/a) es una actitud del Corazón de Dios y del Corazón de Jesús, actitud que también ha sido derramada en nuestros corazones; por tanto la vivir una Espiritualidad del Corazón debemos estar abierto/as a esta capacidad, escondida en nuestros corazones y tratar de mostrar empatía con las alegrías, tristezas, preocupaciones  y esperanzas. Jesús en su libertad no se preocupaba por lo que dijeran los demás (Lc. 7, 36-50 la mujer pecadora);  gracias a esta libertad interior es capaza de prestar atención y de identificarse con sus sentimientos y su afecto. Él acepta el amor sincero de la mujer y su arrepentimiento. 
c) Compasión y perdón: Jesús muestra su corazón compasivo, que sabe perdonar a pesar de estar herido profundamente. El P. Chevalier vio surgir un mundo nuevo del Corazón herido de Jesús, simbolizado por lo que estaba saliendo de su costado traspasado: agua y sangre, signos del nacimiento de la nueva humanidad. Jesús encarga a sus discípulos ser misioneros de un mundo nuevo, diciendo:…reciban el Espíritu Santo…a quienes ustedes les perdonen los pecados les quedaran perdonados… (Jn. 20: 22-23) también nosotros/as somos llamados a ser misionero/as para una nueva humanidad, construida sobre el fundamento del perdón y la reconciliación. Este perdón ha de comenzar en las familias y comunidades extendiéndose a todo el mundo. Esta reconciliación incluye trabajar por la Paz, Justicia e Integridad de la Creación. 
d) Compasión y responsabilidad: Esforzarse por ser compasivos, requiere enfrentarse con decisiones fuertes. Jesús nos dice con franqueza: “no pueden ser mis discípulos si no cargan su cruz y me siguen (Lc. 10:10)”. Vivir la Espiritualidad del Corazón solo puede llegar a ser una fuente de sanación de los males del tiempo, si somos lo suficientemente valientes para vencer estos males en nosotros mismos y hasta donde sea posible en el mundo que nos rodea. 
3) La relación con nosotros/as mismo/as: nutrir un corazón que se conozca a sí mismo. 
La Espiritualidad del Corazón implica un encuentro de corazón a Corazón con Jesús, quien es capaz de sanarnos de nuestros egoísmos y fragilidades inherentes a nuestra naturaleza. Vivir la Espiritualidad del Corazón incluye la costumbre de tomarnos el tiempo para entrar en nuestro corazón tomando conciencia del gran poder espiritual, escondido en la profundidad, muchas veces cubierto por nuestras frustraciones, miedos o cólera reprimida, pero presente como una fuente de agua fresca bajo las rocas del desierto. 

PARA MEDITAR

EL AMOR DE DIOS REVELADO EN JESÚS

Fruto que quiero alcanzar: escuchar lo que me dice Jesús sobre el amor en mi experiencia personal y en mi compromiso.
Después de haber leído sobre los deseos, anhelos,  preocupaciones y actitudes  profundas que identificaron los deseos del Corazón de Jesús para sembrar VIDA en su caminar; dispongamos nuestro corazón para escuchar lo que hay en él. 
Ejercicio: 
Leer detenidamente dejando que se asiente en tu corazón la Buena Nueva  de Jesús: Les quitaré un corazón de piedra y les daré un corazón de carne (Ez. 36,26). Es decir, les daré un corazón que sepa amar. Ésta podría ser una de las tareas más profundas de la historia: ayudar a cambiar los corazones de piedra por corazones capaces de amar, y de amar sabiamente, generando libertad, salud-no posesividad-, vida, autonomía…
Para Jesús, Dios siempre fue su Padre aún en el extremo del abandono: Mc. 14,36; Lc.23, 46 y perseveró en la confianza y en el amor hasta el extremo: Jn. 13,1. ¿De dónde le viene esa capacidad de amor y entrega incondicional? Le viene de haber experimentado en su vida el amor incondicional de su Padre: “el Padre ama al Hijo y ha puesto todas las cosas en sus manos” (Jn. 3,35). Cuando Juan, a partir de la experiencia de Jesús, trata de describir lo que es Dios, se queda con esta formulación: DIOS ES AMOR (1Jn. 4, 8).
En toda la vida de Jesús aparece esta manera recibida de la experiencia de su Padre Dios. Ese amor recibido se hace en Jesús: 
- Amor compasivo y solidario: Mc. 6, 34-44; 8,1-9 (multiplicación de los panes); Lc. 10, 25-37 (Buen Samaritano).
- Amor perdonador: Lc. 19, 1-10 (Zaqueo); Jn. 8, 1-11 (Mujer adúltera); Lc. 22, 61; Jn. 21,15-17 (Pedro).
- Amor liberador: Mc. 5,25-34 (Hemorroisa); Jn. 5, 1-18 (Paralítico)
- Amor tierno y delicado: Mc. 10,14-16 (Niños)
Dialoga con Dios Padre/Madre: Repaso el año dándome cuenta que el Señor, al crearme, puso en mi pecho un corazón capaz de amar. Al hacer este recorrido imagínate con una lámpara o vela respondiendo a las siguientes preguntas: ¿Cómo ha sido el paso de Dios en mi vida: amor compasivo, perdonador, liberador, etc.?¿Cuáles son los deseos más profundos de mi corazón? ¿Están estos deseos en sintonía con los del Corazón de Jesús? ¿Qué hago para cultivar mi relación con el Dios de Jesús? ¿Estoy realmente viviendo y sirviendo a la gente de acuerdo a los deseos del Corazón de Jesús? ¿Cómo estoy cultivando la relación con los demás y conmigo mismo/a? ¿A qué necesito convertirme para que mi corazón se parezca al Corazón de Jesús?
Finalmente agradezco a Dios y expreso mi acción de gracias o petición.  

MARTA Y MARÍA DOS REALIDADES DE NUESTRA VIDA...


    Meditación del texto: Lc.10, 38 - 42 Jesús en la casa de Marta y María    

.…Mientras iba de camino con sus discípulos, Jesús entró en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.  Tenía ella una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba lo que él decía.  Marta, por su parte, se sentía abrumada porque tenía mucho que hacer. Así que se acercó a él y le dijo: —Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sirviendo sola? ¡Dile que me ayude! Marta, Marta- le contesto Jesús-, estás inquieta y preocupada por muchas cosas, pero sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará…

                                          P. Marko Ivan Rupnik, S. J.   (Foto: nombreweb.com)

Ícono y explicación:
El trasfondo para entender a Marta y a María en el mosaico de Marko Rupnik, SJ,  es hacer referencia a los textos del evangelista Lucas y Juan, los cuales nos presentan las escenas de Marta y María.  En el evangelio de Lucas, María está tan absorta por el huésped que ha entrado en su casa que ha olvidado su papel tradicional de mujer, es decir, el de cuidar de la casa, servir a los hombres, dar de comer a los invitados. 

junio 05, 2016

Meditación desde el texto de Jesús y Zaqueo



LA ALEGRÍA DE TU VISITA LLENA MI CASA


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Qué se pretende:
En el encuentro de hoy, vamos a meditar la visita de Jesús a la casa de Zaqueo.  Fue un encuentro celebrativo, marcado por la ternura, el cariño y el perdón.  Jesús ve a Zaqueo y le dice: “Hoy me quedaré en tu casa”. Jesús después de ver el interés que Zaqueo por conocerle, es Jesús mismo quien toma la iniciativa y se invita a su casa. Este encuentro a su “casa”, Zaqueo vivirá una nueva experiencia de vida, alegría, perdón, etc. Después que Zaqueo experimenta a este Dios bueno (que no lo juzga ni condena, sino que le regala una experiencia de amor misericordioso) en la visita de Jesús a su casa, Zaqueo se convierte, “….voy a dar la mitad de mis bienes….le devolveré al que le he quitado injustamente…” Solo el amor y el encuentro con el Dios BUENO, el Dios que Jesús nos revela, es el que nos lleva a cambiar nuestra vida.