junio 05, 2016

A DOS GRANDES HOMBRES Y MISIONEROS DEL CORAZÓN DE DIOS





Foto:nombreweb.com
Una de las frases célebres de Bertolt Brecht, dice: "Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay otros que luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay quienes luchan toda la vida, esos son imprescindibles." Creo que yo le agregaría y hay los que aman toda la vida y esos son los inolvidables, pues quienes tuvimos la dicha de conocer al P. Marcelino y al P. Mateos somos testigo/as de ese gran amor que los apasiono a gastar su vida por los más sencillos y humildes.


 Ser hombres imprescindibles requiere de Misioneros al estilo del Corazón de Dios, como era el sueño del P. Chevalier: hombres que desde la experiencia del amor de Dios sean el remedio para los males de nuestro tiempo.  Y definitivamente con el testimonio de estos dos grandes misioneros pudimos encontrar ese corazón de  Dios apasionado por los más pequeños, cada uno desde su forma muy particular y humana, lo cual nos recuerda que a pesar de nuestras debilidades humanas es posible decir sí al proyecto de Jesús.
¡Gracias!, P. Marcelino por ser signo de la compasión y la misericordia que brota del corazón de Dios, pues desde su pasión por la justicia y la verdad nos enseño que nuestra vida tiene sentido en la medida en que nos gastamos por los demás, en la medida en que somos esas manos de Dios para consolar al que sufre, en la medida en que no nos quedamos pasivo/as ante la corrupción y la violencia que atenta contra la vida de los hijos e hijas de Dios. ¡Gracias! Por que con tu vida nos enseñaste que lo importante es amar y vivir desde el amor gratuito de Dios. ¡Gracias! Por que fuiste un misionero del corazón de Cristo.
También, ¡Gracias!, P. Mateos por su pasión hacia los más pequeños, pues aunque no compartí tan de cerca su vida, bastaba escucharlo como  hablaba de la gente con la que estuvo, tanto en El Salvador como en Nicaragua y una podía ver como la luz brillaba en sus ojos y no sólo eso sino la ternura y la alegría que experimentaba con ello, entrega generosa que pudimos constatar al escuchar los distintos testimonios de las personas que le conocieron. Definitivamente hombre de fe y humor que me consta y nos enseña que el amar y el entregar la vida sólo tiene sentido cuando lo hacemos por los preferidos de Dios.
¡Gracias! A ambos pues los dos nos mostraron que cuando amamos y nos apasionamos por la causa Dios, nuestra vida tiene sentido.

¡Intercedan por nosotro/as!, para  que nuestra vida sea testimonio de la experiencia del amor que transforma y renueva la vida de nuestra sociedad, la cual,  sufre hambre, pobreza, exclusión, violencia, maltrato, corrupción, etc. Y que de esta forma podamos ser el corazón de Dios en la Tierra.


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