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El silencio de la noche habla de muchas cosas y entre ellas esta el
silencio de mi vida, pues fue ahí donde descubrí tu ternura, una ternura
inmensa que traspasa mi ser y parece algo loco y extraño, pero a través de la
ternura de mis manos te revelas como el Dios padre bueno que acoge, ama y
perdona.
Seguramente, así le paso
a Nicodemo, a Elías y a tantos otros que no son mencionados. Llenaste sus vidas, les devolviste en lo más
profundo esa capacidad de amar, de darse, de estar y es que es tan grande y tan
misterioso ese encuentro contigo que es muy difícil de explicar; lo que si es
cierto es que algo pasa en tu presencia, algo que sólo quien lo ha
experimentado sabe de lo que estoy hablando.
Del encuentro con Elías
sólo se dice que es el susurro suave donde le encuentra, tal vez ese susurro
fue un profundo silencio. Es como la
canción que se escucha cuando los árboles mueven sus hojas o cuando la noche va
penetrando poco a poco con su gran manto oscuro, ¿quién sabe? Lo que si parece extraño es especial en estos
tiempos de tanto ruido y bullicio es hablar del silencio.
Sin embargo, es desde el
silencio en donde contemplamos nuestro manantial, nuestra fuerza, nuestra
debilidad, es como habitar nuestra propia soledad, la cual nos llena de
acogida, de intimidad y es como disfrutar de nuestro ser más íntimo. Es desde ahí donde confrontamos nuestra
realidad y las distintas realidades que nos duelen; y es desde ahí donde Dios nos salva y nos ama.
Él habita en nuestra casa, es Él el que
habita en nuestra soledad y solamente cuando somos capaces de ver con el
corazón, entonces somos capaces de ver con alegría y esperanza que detrás de
cada rostro humano habita un misterio, un misterio de Dios. Un misterio que sobrepasa nuestro pesimismo
en especial cuando la gente sufre y llora.
Sólo contemplando ese misterio que habita en nosotras somos capaces de contemplar la
mirada y la sonrisa de aquellos hombres, mujeres, niños y ancianos que caminan
por la calle.
¡Ayúdanos! Jesús de
Nazaret a contemplar ese misterio de amor tanto en nuestra vida, como en la de
los demás y que por este amor seamos capaces de arriesgarnos y dar la vida por
aquellos que más sufren.
Danos una mirada con
ternura para tener un corazón más humano y sencillo, con una capacidad de amar
y de darnos a cada momento de la vida.
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