junio 05, 2016

Meditación desde el texto de Jesús y Zaqueo



LA ALEGRÍA DE TU VISITA LLENA MI CASA


Foto:nombreweb.com


Qué se pretende:
En el encuentro de hoy, vamos a meditar la visita de Jesús a la casa de Zaqueo.  Fue un encuentro celebrativo, marcado por la ternura, el cariño y el perdón.  Jesús ve a Zaqueo y le dice: “Hoy me quedaré en tu casa”. Jesús después de ver el interés que Zaqueo por conocerle, es Jesús mismo quien toma la iniciativa y se invita a su casa. Este encuentro a su “casa”, Zaqueo vivirá una nueva experiencia de vida, alegría, perdón, etc. Después que Zaqueo experimenta a este Dios bueno (que no lo juzga ni condena, sino que le regala una experiencia de amor misericordioso) en la visita de Jesús a su casa, Zaqueo se convierte, “….voy a dar la mitad de mis bienes….le devolveré al que le he quitado injustamente…” Solo el amor y el encuentro con el Dios BUENO, el Dios que Jesús nos revela, es el que nos lleva a cambiar nuestra vida.


Fruto que quiero alcanzar:
Que el amor misericordioso de Dios y el encuentro con él en mi “morada interior” llenen mi vida y mi casa-familia, para que pueda convertirme y en todo aprenda a amar y a servir según el Corazón de Dios. 
Texto: Lc. 19, 1-10 Jesús y Zaqueo
Ø  “Zaqueo, baja enseguida hoy quiero quedarme en tu casa” Una escena de sorpresa y encuentro, porque Zaqueo está en un árbol.  
Dos cosas llaman la atención. Primero Zaqueo está en un lugar poco común para recibir la atención del Maestro y más aún lo llama por su nombre. Me pregunto ¿En dónde me encuentro yo, en este momento de mi vida-momento vital- y escucho como el Señor pronuncia mi nombre y pide quedarse en “…mi casa”…Siento su mirada llena de ternura y amor, me dice: …hoy quiero quedarme en tu casa…?
La segunda situación que llama la atención,  es que Jesús, le invita a bajar de su árbol, de su posición, para que lo acoja en su casa. Yo también escucho sus palabras que me invitan a: … “bajar, soltar y a dejar atrás tantas actitudes de resentimiento, rencor, envidia, celos, etc; las cuales me impiden ser libre y feliz como persona y como padre/madre; para acogerlo en mi casa”.
El Maestro quiere quedarse en mi casa, por  puro amor e iniciativa de Él,  es un Dios cercano y bueno, ve  nuestros problemas, Él, se invita y quiere “…estar conmigo, ir a mi casa-hogar…”y no es porque yo sea bueno/a o cumplo todos los preceptos de la religión, ¡no! es por puro AMOR, me ama y ve mi vida personal y familiar, él quiere llenarla de alegría, de  fiesta con el  perdón verdadero, quiere llenarla de paz, esperanza, confianza, compromiso, etc. ¿Cómo está mi estoy yo personalmente: triste, desanimado, preocupado, esperanzado, confiado, etc.? ¿Cómo está mi familia: en armonía, en comunión, tensa, en conflictos, alegre, angustiada, etc.? ¿Qué personas están conmigo y son presencia consoladora y esperanzadora? ¿Qué personas quieren estar conmigo, y yo, por diversas razones no les permito estar en mi casa? ¿A qué personas necesito dejar entrar en mi vida para que el perdón sea una realidad en mí?
Ø  Zaqueo bajo rápidamente y lo recibió con alegría”. Una reacción que implica mucha alegría, porque aún no cree que sea el Señor, el que vaya a su casa.
Zaqueo era considerado un “pecador, era un funcionario corrupto” nadie era amigo de él, sin embargo este “pecador, excluido por los demás”, siente curiosidad y hace todo lo posible por ver a Jesús. Nos imaginamos a un hombre pequeño y sorprendido;  arriba de un árbol, jamás le paso por la cabeza que el Señor Jesús,  lo vería y  le pediría quedarse en su casa;  seguramente después de la sorpresa, hasta se resbalo y rápidamente recordó cómo había dejado su casa…un poco desordenada, habrá comida suficiente, quién está en casa para que nos ayude a preparar la comida… irá el Maestro…y quién es él “un pecador, que no merece nada”, pero el Señor irá a su casa, se imaginan la alegría y la sorpresa de este hombre.
¿Cuál es mi reacción a la petición del Señor? Me sorprendo y bajo enseguida igual que Zaqueo, siento mi pecado, mi debilidad y me asombro ante tal petición, Él,  que es el Maestro quiere venir a mi vida, a mi familia y a mi hogar, …Respondo con alegría, generosidad, sorpresa y le dejo entrar? O me justifico y le cierro mi casa diciendo: …yo soy así y los demás son los que tienen que comprenderme, ¡no puedo cambiar!, quien soy yo, no valgo nada, no puedo perdonar, etc.
Hago un recuento de las veces en que he dejado entrar al Señor en mi vida, o a personas que han sido mensajeras de Dios ¿Cómo ha cambiado mi vida sus visitas? ¿Siento que Dios está en mi vida y en mi familia? ¿En qué noto su presencia?
Ø  “Zaqueo dijo: ….Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y a quien le haya exigido algo injustamente le devolveré cuatro veces más” El encuentro con el Señor le cambia la vida-convierte- al pecador; el encuentro del amor que perdona le llena de alegría y hace que su corazón se vuelva misericordioso, porque Él ha experimentado el amor bueno de Dios revelado en Jesús.
Después de experimentar la bondad, la ternura, la fiesta del perdón; Zaqueo es capaz de cambiar. Seguramente no solo cambio su vida personal, sino las relaciones con su familia, vecinos, amigos y con la sociedad en general, se volvió una persona que “transmitía-testimoniaba” al Dios con el que se había encontrado. ¿Qué transmito yo en mi familia, trabajo, etc.? ¿Soy presencia de lo bueno que es Dios para conmigo? Se nota la alegría, la esperanza y el perdón de haberme encontrado con Jesús? ¿Cómo me describen los demás?
Ø  Jesús dijo…Hoy ha llegado la salvación a esta casa.  La salvación es la salud en todos sus niveles: personal, familiar, etc. Es una experiencia de sentir la vida en plenitud, ser agradecida y receptivo/a ante las situaciones de la vida, para saber afrontarlas desde la experiencia del amor y la confianza, porque “su visita me llena cada día.”
¿Qué compromiso me llevo para que mi vida cambie? ¿Por dónde Dios me invita a caminar en mi familia para en mi hogar, se sienta la salvación? ¿Qué acciones concretas necesitamos hacer como familia para que El Señor llene nuestro hogar?

Ø  Finalizar este momento de encuentro rezando un Padre Nuestro y un Ave María, agradeciendo por lo que se me ha regalado en este tiempo de encuentro con Él. 

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