junio 05, 2016

Esther y Raquel

P. Linckens MSC-Fundador de las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús


Aquel día, era un día muy especial en la comunidad de las misioneras. La casa estaba más bonita que de costumbre, había flores por todas partes y se respiraba aire de fiesta y alegría. Todas las hermanas se saludaban con mucha acogida, había un ambiente de familiaridad y cordialidad.
 Cuando ya empezaba a atardecer, tocaron a la puerta, Esther, una joven hermana salió para atender y vio a Raquel, una joven que siempre llegaba para recoger algunas flores del jardín de las hermanas. La joven hermana la condujo hasta el jardín y le dijo que escogiera las que quisiera, Raquel empezó a cortar las flores y le pregunto a Esther:

¿Qué sucede hoy, este lugar se siente diferente de otros días? ¿Hay hermanas de otros lugares, verdad? ¿Todas tienen un brillo especial en sus ojos? ¿Se les ve una alegría que les brota del corazón?


Esther sonrió y le dijo: ¡Es que ha venido una hermana de Alemania! y nos contó sobre nuestro fundador, ella lo conoció y compartió con todas nosotras sobre su vida, vocación y misión y eso ha sido como renovar nuestra alianza con Dios y sobre todo nuestro compromiso de ser MSC, pues a veces se nos olvida este gran regalo que hemos recibido y a veces nos dejamos llevar por el desánimo y los problemas.

¡Vaya! Pues seguro fue un gran hombre, contestó, -Raquel. Lo fue contesto Esther, imagínate desde niño sintió esa inquietud que sentimos en el corazón cuando deseamos entregar nuestra vida a Dios, esto no quiere decir que de inmediato respondiera a esa llamada de Dios.  Como nos pasa a todo/as, él al principio no tenía claro que quería, en su corazón había un deseo pero no lograba clarificar que era; hasta que por medio de su hermana él reconoció que deseaba ser sacerdote. Porque eso sí, para escuchar a Dios hay que estar muy atento/as a los acontecimientos de la vida diaria y es necesario buscar a alguien para que nos ayude a clarificar lo que hay en nuestro corazón.
¡Ah! Ya veo,- respondió Raquel,- pero supongo que sus tiempos no eran iguales a los de hoy y muchas dificultades no tuvo, no?
Esther, le alcanzó algunas rosas y dijo: No hay duda, que fueron otros tiempos y muchos de los problemas que hoy tenemos él no los vivió, pero las dificultades son parte de la vida y siempre las habrá sea cual sea el tiempo, lo que marca la diferencia es   la manera de enfrentarlas; y fíjate que él tuvo muchas dificultades, cuando el P. Linckens ingresa en la Escuela Apostólica de los MSC, iba con gran alegría y ánimo. Sin embargo, su deseo por ser MSC se iba a poner a prueba durante toda su vida, él mismo contaba que en sus años de aspirantado, había pleitos entre el grupo.  Imagínate, había aspirantes italianos, holandeses y alemanes y a esto se le sumaba el que tenían que aprender el francés como lengua oficial, horarios estrictos, nostalgia por la familia, todos los estudios y quehaceres de la comunidad, pues el objetivo de la  formación era formar buenos estudiantes y sacerdotes fieles, religiosos santos y misioneros celosos de su misión a ejemplo del Corazón de Jesús. Sin embargo, esto no asustaba al P. Linckens, al contrario le hacía esforzarse por estar en un continuo crecimiento, él mismo dirá: no hemos sido creados para quedarnos parados en un punto que consideramos suficientemente alto, sino para avanzar siempre a más. Por eso tengo un camino largo por delante, porque estoy decidido a llegar a ser un Santo.
Pues, parece que si deseas algo con el corazón, los obstáculos se te vuelven un medio, dijo:- Raquel-
¡Exacto!, exclamó Esther, eso mismo decía el P. Julio Chevalier (Fundador nuestros hermanos  MSC) y así lo vivió el P. Linckens, pues desde los inicios de su formación buscaba con devoción hacer la voluntad de Dios.  Después de ser ordenado sacerdote él deseaba que lo enviaran a la misión de Oceanía, sin embargo los planes de Dios eran otros, pues en la Congregación vieron su amor, entrega, capacidad, liderazgo y muchos otros dones. Así que su misión fue para el servicio de su propia Congregación.  Algunos de los encargos que recibió para extender la misión MSC  fueron:  ser director de la Escuela Apostólica, lo cual le costó por la diversidad de nacionalidades de los jóvenes, y lograr la unidad en la diversidad no es nada fácil, incluso escribió a su superior porque los problemas eran demasiado fuertes; lo bueno era que desde su experiencia de vivir en comunidad internacional podía ir buscando soluciones, otra de sus misiones fue la fundación de la Provincia Alemana para sus hermanos alemanes, encargo que asumió con disponibilidad y siempre buscando hacer la voluntad de Dios y nuestra fundación,  la cual en medio de muchas dificultades empezando por el nombre que llevaríamos, pues nos querían que nos llamáramos: Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, pero para el P. Linckens a su manera de entender existía un solo carisma: el de los Misioneros del  Sagrado Corazón Jesús, en cuyo nombre se expresaba la finalidad y él deseaba que en el nombre de la nueva Congregación, quedará expresada su finalidad y fue así que empezó nuestra fundación dándonos el nombre de: Misioneras del Sagrado Corazón.  Ante esta nueva misión que no se esperaba, él vio la voluntad de Dios porque todos los permisos legales y los apoyos necesarios se le fueron presentando, incluso ante los comentarios de varias personas cercanas que le decían que esta nueva obra estaba destinada al fracaso. Sin embargo, él decía respecto a aquellas tareas que nos encargan y a veces no queremos verlas o asumirlas: …una tarea no desaparece, sólo con que uno quiera evitarla, por el contrario se hace más insistente y máxime cuando algo es de Dios… Además, el P. Linckens, era un hombre que se metía de todo corazón en lo que se le pedía. La búsqueda de la voluntad de Dios, como él la iba descubriendo, se convirtió en el hilo conductor de su vida, pues él decía: “Yo quiero y buscaré siempre trabajar sólo para Dios; de amar sólo a Dios y todo lo demás por amor a Dios.” Definitivamente era un hombre enamorado de Dios y desde la experiencia del amor emprendía con ánimo y confianza cada misión encomendada.
Raquel, escuchaba con tanta atención a Esther hasta habían dejado de buscar las flores y estaban sentadas.
Raquel, le pregunto a Esther: ¿Y cómo logró ser tu fundador, ser un hombre tan profundo y con tanta confianza en Dios?

Foto:nombreweb.com

Por medio de la oración, respondió Esther, esa es el agua de la que todo hombre y mujer siempre ha de estar sediento, pues sólo por medio de esa relación profunda alcanzaremos esas actitudes del corazón de Cristo. Nuestro Padre fundador decía: Debemos poner toda nuestra confianza en la oración. No Quiero buscar las fuerzas que me hacen falta en ninguna otra parte que nos sea en la oración al Altísimo. Por eso el P. Linckens era conocido como un “Hombre de Oración”. Esto fue el fundamento de sus anhelos y sus acciones.  Él transmitía esta su convicción personal  diciendo a las misioneras: si una Misionera del Sagrado Corazón quien sabe rezar bien,  sabe también vivir, actuar y morir bien.  Si una religiosa resulta ser infiel a su vocación  siempre ha descuidado antes la vida de oración.
Sin duda un anhelo del corazón del Padre Linckens fue el de transmitir, a la  Congregación de las Hermanas Misioneras, su experiencia personal del amor de Dios y la  comprensión del carisma, que le había sido regalado. Por lo tanto, su preocupación principal fue la de procurar, que todos los miembros estén profundamente compenetradas del espíritu de este carisma y de esta misión desde la experiencia de este amor, por eso decía: La persona no actúa en su propio nombre, sino en nombre del que le ha confiado el encargo y quien le proporcionará los medios necesarios para ello y le protegerá. Así, nuestra tarea diaria consiste en tomar muy en serio las intenciones fundamentales de nuestro fundador y de apoyarnos en la misión, de tal manera, que se cumpla lo que nuestro fundador nos ha dicho: Para este Corazón están Uds. en medio del mundo, siendo atentas a los males de los tiempos.
Dijo: -Raquel-Pues vaya!!, experiencias como las del P. Linckens, sobre todo el gran amor con que las fundo,  es un gran motivo de alegría, sobre todo porque su misión y encargo tiene mucho que decir a los males de este tiempo.
Creo que ahora no sólo entiendes nuestra alegría, sino que la sientes, Raquel, pues cuando toda persona se siente amada y alcanzada por ese gran amor del Dios tierno, compasivo y fiel es capaz de mirar de otra manera no sólo su propia vida, sino la de sus hermanos y hermanas y además se apasiona por la búsqueda de la justicia y la igualdad de tanta gente humilde que sufre las consecuencias del pecado social.
Esther: -Sabes, Raquel creo que este tiempo de recordar la vida del P. Linckens ha sido un tiempo para renovar nuestro compromiso y revisar cómo vivimos ese seguimiento de Cristo y no sólo las MSC, y lo que nos implica a nosotras como comunidades, sino toda persona cristiana que desee amar y comprometerse por la causa de Cristo.
Saber elegir lo que nos da felicidad, es confiar en ese amor de Dios y sentirnos enviadas a comunicar lo bueno del Dios de la vida, construyendo ahí en donde estemos espacios de vida, esperanza, solidaridad y justicia, para que se note que Dios está presente y que el mal no tiene la última palabra, sabiendo que en nuestro caminar no estamos solo/as, que hay personas que nos han precedido y las que ahora nos acompañan y nos dicen con su vida ¡¡¡ Seguir a Cristo vale la pena, es como encontrar un tesoro inmenso y por comprarlo dejas todo y te pones en camino!!!!
-¡¡¡He chicas vamos!!!- Gritó una voz de dentro de la casa. Las jóvenes se miraron y sonrieron.  Raquel dejo sus flores y se fue corriendo con  Esther. Las dos iban con el corazón lleno y contento. La fiesta había comenzado.
¡Que el Señor nos ayude para a amarle y seguirle desde esa experiencia de encontrar el agua que salta hasta la Vida Eterna!. Amén.


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