P. Linckens MSC-Fundador de las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús |
Aquel día, era
un día muy especial en la comunidad de las misioneras. La casa estaba más
bonita que de costumbre, había flores por todas partes y se respiraba aire de
fiesta y alegría. Todas las hermanas se saludaban con mucha acogida, había un
ambiente de familiaridad y cordialidad.
Cuando ya
empezaba a atardecer, tocaron a la puerta, Esther, una joven hermana salió
para atender y vio a Raquel, una joven que siempre llegaba para recoger algunas
flores del jardín de las hermanas. La joven hermana la condujo hasta el
jardín y le dijo que escogiera las que quisiera, Raquel empezó a cortar las
flores y le pregunto a Esther:
¿Qué
sucede hoy, este lugar se siente diferente de otros días? ¿Hay hermanas de
otros lugares, verdad? ¿Todas tienen un brillo especial en sus ojos? ¿Se les ve
una alegría que les brota del corazón?
Esther sonrió y
le dijo: ¡Es que ha venido una hermana de Alemania! y nos contó sobre nuestro
fundador, ella lo conoció y compartió con todas nosotras sobre su vida,
vocación y misión y eso ha sido como renovar nuestra alianza con Dios y sobre
todo nuestro compromiso de ser MSC, pues a veces se nos olvida este gran regalo
que hemos recibido y a veces nos dejamos llevar por el desánimo y los
problemas.
¡Vaya! Pues
seguro fue un gran hombre, contestó, -Raquel. Lo fue contesto Esther, imagínate
desde niño sintió esa inquietud que sentimos en el corazón cuando deseamos
entregar nuestra vida a Dios, esto no quiere decir que de inmediato respondiera
a esa llamada de Dios. Como nos pasa a todo/as, él al principio no tenía
claro que quería, en su corazón había un deseo pero no lograba clarificar que
era; hasta que por medio de su hermana él reconoció que deseaba ser
sacerdote. Porque eso sí, para escuchar a Dios hay que estar muy atento/as a los
acontecimientos de la vida diaria y es necesario buscar a alguien para que nos
ayude a clarificar lo que hay en nuestro corazón.
¡Ah! Ya veo,-
respondió Raquel,- pero supongo que sus tiempos no eran iguales a los de hoy y
muchas dificultades no tuvo, no?
Esther, le
alcanzó algunas rosas y dijo: No hay duda, que fueron otros tiempos y
muchos de los problemas que hoy tenemos él no los vivió, pero las dificultades
son parte de la vida y siempre las habrá sea cual sea el tiempo, lo que marca
la diferencia es la manera de enfrentarlas; y fíjate que él tuvo
muchas dificultades, cuando el P. Linckens ingresa en la Escuela Apostólica de
los MSC, iba con gran alegría y ánimo. Sin embargo, su deseo por ser MSC se iba
a poner a prueba durante toda su vida, él mismo contaba que en sus años de
aspirantado, había pleitos entre el grupo. Imagínate, había
aspirantes italianos, holandeses y alemanes y a esto se le sumaba el que tenían
que aprender el francés como lengua oficial, horarios estrictos, nostalgia por
la familia, todos los estudios y quehaceres de la comunidad, pues el objetivo
de la formación era formar buenos estudiantes y sacerdotes
fieles, religiosos santos y misioneros celosos de su misión a ejemplo del
Corazón de Jesús. Sin embargo, esto no asustaba al P. Linckens, al
contrario le hacía esforzarse por estar en un continuo crecimiento, él mismo
dirá: no hemos sido creados para quedarnos parados en un punto que
consideramos suficientemente alto, sino para avanzar siempre a más. Por eso
tengo un camino largo por delante, porque estoy decidido a llegar a ser un
Santo.
Pues, parece que
si deseas algo con el corazón, los obstáculos se te vuelven un medio, dijo:-
Raquel-
¡Exacto!,
exclamó Esther, eso mismo decía el P. Julio Chevalier (Fundador nuestros
hermanos MSC) y así lo vivió el P. Linckens, pues desde los inicios de su
formación buscaba con devoción hacer la voluntad de Dios. Después de ser
ordenado sacerdote él deseaba que lo enviaran a la misión de Oceanía, sin
embargo los planes de Dios eran otros, pues en la Congregación vieron su amor,
entrega, capacidad, liderazgo y muchos otros dones. Así que su misión fue para
el servicio de su propia Congregación. Algunos de los encargos que
recibió para extender la misión MSC fueron: ser director de la
Escuela Apostólica, lo cual le costó por la diversidad de nacionalidades de los
jóvenes, y lograr la unidad en la diversidad no es nada fácil, incluso escribió
a su superior porque los problemas eran demasiado fuertes; lo bueno era que
desde su experiencia de vivir en comunidad internacional podía ir buscando
soluciones, otra de sus misiones fue la fundación de la Provincia Alemana para
sus hermanos alemanes, encargo que asumió con disponibilidad y siempre buscando
hacer la voluntad de Dios y nuestra fundación, la cual en medio de muchas
dificultades empezando por el nombre que llevaríamos, pues nos querían que nos
llamáramos: Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, pero para el P.
Linckens a su manera de entender existía un solo carisma: el de los
Misioneros del Sagrado Corazón Jesús, en cuyo nombre se expresaba la
finalidad y él deseaba que en el nombre de la nueva Congregación, quedará
expresada su finalidad y fue así que empezó nuestra fundación dándonos el
nombre de: Misioneras del Sagrado Corazón. Ante esta nueva
misión que no se esperaba, él vio la voluntad de Dios porque todos los permisos
legales y los apoyos necesarios se le fueron presentando, incluso ante los
comentarios de varias personas cercanas que le decían que esta nueva obra
estaba destinada al fracaso. Sin embargo, él decía respecto a aquellas tareas
que nos encargan y a veces no queremos verlas o asumirlas: …una tarea
no desaparece, sólo con que uno quiera evitarla, por el contrario se hace más
insistente y máxime cuando algo es de Dios… Además, el P. Linckens,
era un hombre que se metía de todo corazón en lo que se le pedía. La búsqueda
de la voluntad de Dios, como él la iba descubriendo, se convirtió en el hilo
conductor de su vida, pues él decía: “Yo quiero y buscaré siempre trabajar
sólo para Dios; de amar sólo a Dios y todo lo demás por amor a Dios.”
Definitivamente era un hombre enamorado de Dios y desde la experiencia del amor
emprendía con ánimo y confianza cada misión encomendada.
Raquel,
escuchaba con tanta atención a Esther hasta habían dejado de buscar las flores
y estaban sentadas.
Raquel, le
pregunto a Esther: ¿Y cómo logró ser tu fundador, ser un hombre tan
profundo y con tanta confianza en Dios?
Foto:nombreweb.com |
Por medio de la
oración, respondió Esther, esa es el agua de la que todo hombre y mujer siempre
ha de estar sediento, pues sólo por medio de esa relación profunda alcanzaremos
esas actitudes del corazón de Cristo. Nuestro Padre fundador decía: Debemos poner toda
nuestra confianza en la oración. No Quiero buscar las fuerzas que me hacen
falta en ninguna otra parte que nos sea en la oración al Altísimo. Por eso el
P. Linckens era conocido como un “Hombre de Oración”. Esto
fue el fundamento de sus anhelos y sus acciones. Él transmitía esta su
convicción personal diciendo a las misioneras: si una
Misionera del Sagrado Corazón quien sabe rezar bien, sabe también vivir,
actuar y morir bien. Si una religiosa resulta ser infiel a su vocación
siempre ha descuidado antes la vida de oración.
Sin duda un anhelo del corazón del
Padre Linckens fue el de transmitir, a la Congregación de las Hermanas
Misioneras, su experiencia personal del amor de Dios y la comprensión del
carisma, que le había sido regalado. Por lo tanto, su preocupación principal
fue la de procurar, que todos los miembros estén profundamente compenetradas
del espíritu de este carisma y de esta misión desde la experiencia de este
amor, por eso decía: La persona no actúa en su propio nombre,
sino en nombre del que le ha confiado el encargo y quien le proporcionará los
medios necesarios para ello y le protegerá. Así, nuestra tarea
diaria consiste en tomar muy en serio las intenciones fundamentales de
nuestro fundador y de apoyarnos en la misión, de tal manera, que se cumpla lo
que nuestro fundador nos ha dicho: Para este Corazón están Uds. en
medio del mundo, siendo atentas a los males de los tiempos.
Dijo: -Raquel-Pues vaya!!,
experiencias como las del P. Linckens, sobre todo el gran amor con que las
fundo, es un gran motivo de alegría, sobre todo porque su misión y
encargo tiene mucho que decir a los males de este tiempo.
Creo que ahora no sólo entiendes
nuestra alegría, sino que la sientes, Raquel, pues cuando toda persona se
siente amada y alcanzada por ese gran amor del Dios tierno, compasivo y fiel es
capaz de mirar de otra manera no sólo su propia vida, sino la de sus hermanos y
hermanas y además se apasiona por la búsqueda de la justicia y la igualdad de
tanta gente humilde que sufre las consecuencias del pecado social.
Esther: -Sabes, Raquel creo que
este tiempo de recordar la vida del P. Linckens ha sido un tiempo para renovar
nuestro compromiso y revisar cómo vivimos ese seguimiento de Cristo y no sólo
las MSC, y lo que nos implica a nosotras como comunidades, sino toda persona
cristiana que desee amar y comprometerse por la causa de Cristo.
Saber elegir lo que nos da felicidad,
es confiar en ese amor de Dios y sentirnos enviadas a comunicar lo bueno del
Dios de la vida, construyendo ahí en donde estemos espacios de vida, esperanza,
solidaridad y justicia, para que se note que Dios está presente y que el mal no
tiene la última palabra, sabiendo que en nuestro caminar no estamos solo/as,
que hay personas que nos han precedido y las que ahora nos acompañan y nos
dicen con su vida ¡¡¡ Seguir a Cristo vale la pena, es como encontrar un tesoro
inmenso y por comprarlo dejas todo y te pones en camino!!!!
-¡¡¡He chicas vamos!!!- Gritó una voz
de dentro de la casa. Las jóvenes se miraron y sonrieron. Raquel dejo sus
flores y se fue corriendo con Esther. Las dos iban con el corazón lleno y
contento. La fiesta había comenzado.
¡Que el Señor nos ayude para a amarle
y seguirle desde esa experiencia de encontrar el agua que salta hasta la Vida
Eterna!. Amén.
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