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¿Cómo decir, cómo hablar de vida, de amor, de esperanza, de
paz, de alegría? ¿Cómo amar la vida, cómo decir la vida es bella? ¿Cómo Dios?,
si a cada paso que doy hay muerte, lágrimas, tristeza; cada día son más los
ancianos abandonados que aún con sus pocas fuerzas luchan por el pan de cada
día, cómo hablar de esperanza de vida si unos son despedidos y despojados de
sus derechos, los más básicos para vivir y alimentar a sus hijo(a)s, a sus
familias. Cómo decir ¡ánimo! Si estando
fuera de la catedral a lo mejor no les
ha alcanzado la comida para todo(a)s; cómo
hablar de alegría, de sentido a la vida si son tantos los jóvenes que se quitan
la vida por no encontrar un sentido a sus vidas, tal vez no tuvieron la
oportunidad de seguir estudiando y menos aún de encontrar un trabajo, pues, las
esperanzas de vida parecen que poco a poco se acaban en nuestro país. Acaso
como única esperanza queda el “famoso” “sueño americano”…
Sin embargo, Ellacuría habla de la locura de la cruz...
¿Qué
locura es esa? ¿Será la misma locura que guio a Jesús de Nazaret? ¿Será la
locura de ese Reino en el que creyó Jesús y tantos hombres y mujeres?
Son tantas preguntas las que vienen a mí cuando contemplo el
dolor y la tristeza. Sin embargo, más
grande es el amor, la alegría y la esperanza en medio de la muerte, lo cual me
indica que la VIDA siempre tiene la última palabra.
Descubrir la esperanza en el rostro del payaso que se sube al
bus, en aquella mujer de rostro cansado y que baila al ritmo de los “guaraguao”
y proclama: “…yo pregunto por qué no nos
unimos…por qué nos dividimos…” y me digo: este
es el pueblo de Dios, este es el pueblo del que habla la Biblia, y el pueblo
que dice: DIOS CAMINA CON NOSOTRO(A)S.
Dios camina!!! en
la esperanza de cada anciano, en la ilusión del joven, en la lucha de cada
hombre y mujer que vela por el bienestar
de los demás. Camina con aquella mujer
valiente que anuncia que los que piden ser reivindicados en sus derechos son seres humanos, son
nuestros hermanos, denuncia la injusticia estructural que cada día oprime al
pueblo.
Dios camina en los hombres y mujeres que creen y aman la vida en aquellos que danzan al
ritmo del Espíritu de Dios. A ese ritmo
que Jesús bailo por seguir el proyecto de Dios.
Ese proyecto de vida, amor, justicia, igualdad y de paz.
Seguir el ritmo del amor es construir. Construir un mundo
diferente, es como dice Ellacuría en su filosofía recrear desde una crítica que
busca la VERDAD, pero una verdad que
dignifique en libertad y desde la libertad al ser humano. Recrear un mundo nuevo, un mundo de amor
capaz de dar la vida por los demás.
Que la inspiración en tantos hombres y mujeres que han dado
su vida sea modelo para saber arriesgarnos hoy
y así danzar al ritmo del amor de Dios.
Al ritmo del que construye y renueva la vida.
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