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Dentro de las ceremonias mayas, las antes mencionadas son preguntas muy importantes al iniciar y al terminar un encuentro. Recuerdo que tanto en el encuentro por la Verdad y la Justicia en Acteal, como en el Congreso de Psicología Social de la Liberación, respondía al inicio: me siento agradecida por la oportunidad de estar aquí y por todas las personas que lo hicieron posible, al finalizar añadía a mi agradecimiento, alegría y algo muy difícil de explicar que simplemente vivía y decía: me voy con mi corazón lleno y contento, pues ha sido como bañarme en aguas frescas.
De tal forma que retomando las palabras del Magnificat digo: Proclama mi corazón la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador y mi Padre bueno que me acompaña en mí caminar. Él hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón. Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos despide vacíos. Y ¡vaya! que hace proezas y derriba a los poderos, pues era una maravilla compartir y contemplar a tantas personas que hacen tanto bien, aun en medio de tanta maldad y destrucción, pues muchas de las ponencias tenían el denominar común de la impunidad, la violencia, la corrupción, el individualismo que existe, la persecución y muchas otras cosas que caracterizan a nuestros países. Sin embargo, también veíamos que los humildes son enaltecidos, pues todo/as éramos personas que creemos en que otro mundo es posible, por tanto todos nuestros esfuerzos y opciones están a favor de los más necesitados y sólo desde ellos, se encuentra sentido a lo que hacemos. Auxilia a Israel su siervo, acordándose de su santa alianza según lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. También, esta frase la puedo comparar pues, éramos muchísimas personas, hombres y mujeres, jóvenes y mayores de distintos países y credos, los que hacen posible el Reino de Dios. Para mí era, una experiencia que me dejaba sin palabras, pues no sólo ver los rostros, sino compartir tus sueños, anhelos y esperanzas era gratificante porque todos estamos en sintonía con nuestro corazón para ser precisamente el corazón de Dios en la tierra. Todo/as podíamos llamar a Dios de distinta forma, pero al final es esta experiencia de encuentro con el resucitado el que nos animaba a todo/as.
No sólo fue el tiempo de compartir y escuchar ponencias sobre: los mecanismos de terror utilizados en nuestros días, acompañamiento a víctimas, educación para la liberación y muchos otros temas. Sino una experiencia mucha más profunda como: estar en lugares sagrados en donde asesinaron a 45 campesinos, masacrados en su tercer día de oración y ayuno, sólo por pedir la paz, pues no querían estar ni con el ejercito zapatista ni con el del Estado. Compartir con y desde el corazón es la experiencia que más nos hace crecer pues te encuentras con el otro/a en su profundidad. De tal forma que ver la mirada serena y profunda de María, cuando reza y cuenta sobre sus familiares caídos, es para crecer en fe y esperanza, pues son estas personas quienes nos enseñan que es la Fe y la Esperanza, virtudes que nos sostienen durante los tiempos difíciles, y más aún son ejemplo para seguir luchando por la justicia y la reivindicación de los derechos de los demás, ya que ello/as están luchando porque se haga justicia en su comunidad, pues no se puede permitir que los paramilitares que asesinaron a sus seres queridos, sigan haciendo lo mismo con otras comunidades, pues no hay derecho que por ser indígena y por pedir la paz, lleguen y te masacren. Y así, podría seguir mencionando a muchas personas como Javier, el P. Pedro, Luz y otras tantas, sin embargo, el papel no me alcanzaría, pero lo importante es que todas y todos ellos están enamorados y apasionados hasta dar su vida por los preferidos de Dios.
Encuentros, internacionales como estos y en donde todos nos preocupamos por buscar nuevos caminos de solidaridad son los que nos llaman hoy a vivir una nueva solidaridad del amor, pues sólo desde ahí podremos responder a los desafíos actuales.
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